Hace tiempo que envié varios escritos, entre cuentos y poemas, a Papalotzi, y en ésta edición me hicieron el favor de publicar una pequeña historia que tiene mucho de verdad. Fue divertido escribirla y es divertido volverla a leer.
“¡Lucharan a una caída sin limite de tiempo!”
El coliseo está a tope, la multitud enloquece. Los rivales están en el ring.
Esta es la pelea más importante del siglo. No hay técnicos ni rudos sólo los dos más grandes luchadores que han existido.
Se miran, se retan. Ninguno está dispuesto a dar o pedir cuartel.
¡Y suena la campana!
El Santo comienza la embestida rodeando a Blue Demon, haciéndolo caer, pero rápidamente se repone y coloca a su rival de espaldas planas.
El réferi cuenta ¡Uno, dos…! ¡Y el Santo logra quitarse a su adversario!
Como un relámpago índigo, Blue Demon contraataca. Se trepa a la tercera cuerda y se lanza en una plancha que logra esquivar su rival haciendo que el Demonio azul se de un panzazo en plena lona.
Sin dar tiempo a nada, el Santo aplica una llave en extremo complicada y los gritos de dolor se pueden escuchar hasta la última fila: “¡Manita de puerco, nooo!”. El plateado se carcajea con el sufrimiento de su oponente.
Pero en una maniobra que se antoja increíble, el Enmascarado azul se repone, toma a su contrincante y lo eleva por sobre su cabeza, sube a la tercera cuerda y… ¡Se lanza en una brutal caída que deja al Santo listo para la cuenta de tres!
Pepe Casas se avienta a la lona y da el primer palmetazo…
—¡Santo, Santo, Santo! —grita la multitud enardecida.
—¡Dos! —grita el réferi.
—¡Vamos, Santo! —gritan sus compañeros Buzz Lightyear, Elmo y el señor cara de papa— ¡No te dejes, aun puedes ganar!
El réferi está a punto de dar la siguiente palmada, Blue Demon ya se considera el ganador, todos en la arena aguantan la respiración y se hace el silencio. La mano de Pepe Casas parece que se mueve en cámara lenta mientras el Santo sujeta de las costillas a su antagonista, hace acopio de toda su fuerza y…
— ¡Pero qué estás haciendo!
… y… ya nos cayó el chahuistle. Se suspende la pelea por motivos de mamá mayor.
—Ya te he dicho que no juegues así con el bebe. Apenas tiene dos años ¡Lo puedes lastimar!
—Pero si no pasa nada, tengo mucho cuidado. Además a él le gusta ¡Mira como se ríe!
—No importa. Ya no quiero que juegues así con él y ya bájense, ya está la cena.
—Ay si, ay si. “No juegues así porque lo puedes despanzurrar”. Pos ni modo, vamonos volados, bebe.
“¡Atención! Nuestro capitán está presente.
“El héroe de mil batallas sube a su avión y se prepara para despegar. Revisa sus instrumentos y se comunica a la torre de vuelo donde le informan que la pista está libre. Enciende motores y el avión corre por el asfalto, el capitán ajusta los alerones y…
¡A volar!”
Ramón L. Morales
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