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viernes, 31 de octubre de 2008

Ay, ay, ay...

Carta a una editorial

¡Hola a todos!
Antes que nada quisiera mandarles un afectuoso saludo y felicitarlos por....

¡Aguántenme!

Están totalmente equivocados si creen que los voy a felicitar por su, cada vez más sin chiste, revistita. Antes, pero hablo de muy, muy, muy antes, todo era diferente. Me parecía que al leer CM entraba en un remanso de aguas tranquilas en el cual podía desnudar mis emociones… y mi cuerpo cuando salían los especiales de sexo. Pero todo ha cambiado. Clarín corneta que entiendo todo ese rollo de: renovarse o darse un tiro entre los testículos para que recorra todo tu cuerpo y te llegue hasta la tatema pa’ que te caigas haciéndote el zombie, pero lo que ustedes hicieron no tiene #%$”//&(¡&. Antes no había tantos comerciaduchos de celulares y etc. Tenían mejores secciones y mejor escritas. Hoy ya no tenemos la dicha de leer un circo decente, ¡Ah, no! ¡Ya no! Me encantaba leer la sección DVD, cine y comics ¡pero ustedes la hicieron pasto comido, procesado y expulsado por rumiantes!
Solía comprar su (ya no H.) revista y compararla con la qompetencia y la prefería por sus contenidos con toques de humor, pero ahora que la comparo una vez más me doy cuenta de que ¡quieren ser un clon de ellos! Y en ese caso prefiero comprar al original que a la copia y no sentir que mi billelle esta mal invertido.
¡Ah! Por poco se me olvidaba, ¡Odio sus &%/&””$#% postercitos!
¿Saben algo? Me caen gordos. Sí, ¡leyeron bien! ¡Me caen gordos! ¿Y saben que es lo que se merecen? ¿Sí lo saben, verdad? ¡Por supuesto que lo saben! ¡Todo lo que se merecen, se han ganado a pulso y esforzado es por una mentada de…!
—Hijo, ¿Qué haces?
—Este… no, nada, ma’. Solo les estoy recordando el 10 de mayo a unos tipos que cayeron de mi gracia.
—Bueno, lo harás mañana. Ya es hora de que te duermas.
— ¡Pero, pero…! ¡Solo me voy a tardar un minuto!
—No le hace. Ya no es hora de que estés despierto.
— ¡Pero si apenas son las tres de la mañana!
— ¿Y que más quieres? Vamos, no estés renegando y ya duérmete. Mañana le mentaras su madre a quien quieras.
— ¡No! ¡Eso no es justo! He estado sentado frente a la pinche computadora por dos horas pensando en que chingados les iba a decir a esos zoquetes y ahora no ¡escúchame bien! Ahora no me voy a detener. ¡La verdad saldrá a la luz!
—Hijo de la chingada ¡ahora sí sacaste boleto!
—No, mamá, no hagas esto. Luego te vas a arrepentir.
—Te aseguro que no lo voy a hacer. ¡Ven acá, cabroncito!
— ¡No! Si das un paso más… ¡Te denuncio con AA de que tú fuiste quien le puso alcohol a su café en la fiesta del Cachinflas!
—Denuncias pura madre, pinche escuincle neurótico. ¡Ven acá!
—No, mamá, perate, perate, perate. No, no, no. ¡Aaaay, ay, ay…, ay!
—Andale, ahora sí vas a dormir calientito ¿verdaaad?
—Sí, ma”. ¡Sniff, sniff! Ya me voy a acostar.
—Andale pues, hijito. Que descanses y que sueñes con los angelitos.
—Gracias, mami.
La mujer apaga la luz, sale y cierra la puerta. Entre las sombras unos ojos siniestros se asoman y brillan con peculiar malignidad.
—Pero mañana… ¡Mi venganza será aún más grande!

...Ay mis nachitas.¡Sniff!

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